viernes, 5 de septiembre de 2014

Reclamos en el río Sonora

“Ya no sabemos qué va a pasar. Nuestros representados nos piden respuestas. Ya no nos creen. De la noche a la mañana se acabó el prestigio del río Sonora. Hay daños al turismo. El 15 de septiembre se inicia la siembra de ajo que regamos con agua del río. ¿Qué va a suceder? ¿Y las tierras afectadas? Sembramos cacahuate, maíz, forraje. Hay muchas preguntas sin respuestas”. Es la voz entrecortada del presidente municipal de Arizpe.

Antes, le han precedido en el uso de la palabra los presidentes municipales de Ures, Huépac y San Felipe de Jesús. El común denominador es la desesperación e impotencia de la gente, que se refleja ese mismo día en el bloqueo de la carretera en Aconchi. También señalan la falta de información por parte de los gobiernos estatal y federal. Reclamos por la falta de coordinación en la entrega de los apoyos económicos, e incluso en los que brinda la compañía minera. El de Aconchi expresa casi gritando que ya lo acusan hasta de que se robó el dinero.

Estamos en un pequeño salón del Teatro Jesús “El Chobi” Ochoa, en el centro de Ures, el 3 de septiembre de 2014. Es una reunión convocada por la Comisión Especial de Diputados del Río Sonora integrada días antes en la Ciudad de México. Hay alrededor de 20 funcionarios federales y estatales, en una sesión presidida por el diputado priista Marco Antonio Bernal. Afuera del local hay mucha gente de la región, que quiere entrar y ser escuchada, pero no lo logra. Un asistente impide el paso. Al llegar, entro entre empujones siguiendo a la diputada perredista Lorenia Valles.

El diputado Alfonso Durazo señala a la compañía minera como un “depredador histórico” y hace varias propuestas, entre ellas: el rechazo a la “ventanilla única” planteada por Buenavista del Cobre, el retiro de la concesión hasta que la compañía cumpla con los daños, recursos financieros emergentes para obras de agua potable y relocalización de pozos, incluir al municipio de Cananea entre los afectados y reabrir el hospital El Ronquillo. Una diputada pregunta qué ha hecho el gobierno del estado. Le responde la presidenta de Huépac, quien responde que fue inmediata y oportuna, en la entrega de agua y apoyos a productores de leche. Propone contratar un despacho especializado que haga la evaluación de los daños porque los municipios no tienen personal capacitado. El de Aconchi pide que no lleguen los grupos políticos, ni los salvadores. Cree en el trabajo de los académicos, como los de la Unison.

Lorenia Valles propone un programa de apoyo específico a 5 mil productores y habilitar espacios de salud. Dice que la población del río es “rehén” de la falta de respeto a la ley.

Interviene un representante de los Productores Agropecuarios y Prestadores de Servicios Organizados del Río Sonora. “Esto es un ecocidio y nosotros somos las víctimas. No tenemos la culpa por la falta de respeto a las normas de seguridad y el ambiente”. En voz alta y el salón en silencio propone: el saneamiento ambiental del río, con ayuda internacional, incluso de Greenpeace, indemnización de daños a todos los afectados en materia económica, reactivación de la economía regional mediante obras de infraestructura en salud como un hospital regional de especialidades, infraestructura de riego tecnificado en 10 mil ha, reubicación de pozos, construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, y un reposicionamiento de la marca “Río Sonora”. Estima que una primera evaluación del daño es de aproximadamente 1,000 millones de pesos, que es poco para una empresa que tuvo ventas por 22 mil millones de dólares el año pasado.

Por último, interviene una mujer comerciante de Ures que reclama a gritos que hay una empresa que debe responder por los daños y una diputada que propone elaborar un censo de estudiantes, para que en ningún nivel escolar, los estudiantes de la región se queden sin beca. 

Al terminar la reunión, Alfonso Durazo sale a un balcón a informar y leer algunas de sus propuestas a la gente que ha permanecido fuera del teatro. Lo escuchan mujeres, hombres y jóvenes con caras molestas e incrédulas. Son las 14:30 horas y el sol está durísimo. Al terminar su texto, una persona desde abajo increpa al diputado y levantando su brazo y apuntándole a la cara le grita: “¡Alfonso: Te vas a ir y nos dejas con el problema!” Durazo trata de calmarlo pero no puede. Responde, pero sigue el reclamo. Decide bajar rápido por la escalera lateral y retirarse del lugar. Es el único que enfrenta a la gente. El resto de los asistentes y diputados abandona el lugar por la puerta trasera.


La molestia, la desesperación y el cansancio en la población afectada son evidentes. Espero que en los próximos días la situación no se salga de control.

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