“Ya no sabemos qué va a
pasar. Nuestros representados nos piden respuestas. Ya no nos creen. De la
noche a la mañana se acabó el prestigio del río Sonora. Hay daños al turismo.
El 15 de septiembre se inicia la siembra de ajo que regamos con agua del río.
¿Qué va a suceder? ¿Y las tierras afectadas? Sembramos cacahuate, maíz,
forraje. Hay muchas preguntas sin respuestas”. Es la voz entrecortada del
presidente municipal de Arizpe.
Antes, le han precedido
en el uso de la palabra los presidentes municipales de Ures, Huépac y San
Felipe de Jesús. El común denominador es la desesperación e impotencia de la
gente, que se refleja ese mismo día en el bloqueo de la carretera en Aconchi. También
señalan la falta de información por parte de los gobiernos estatal y federal.
Reclamos por la falta de coordinación en la entrega de los apoyos económicos, e
incluso en los que brinda la compañía minera. El de Aconchi expresa casi
gritando que ya lo acusan hasta de que se robó el dinero.
Estamos en un pequeño
salón del Teatro Jesús “El Chobi” Ochoa, en el centro de Ures, el 3 de
septiembre de 2014. Es una reunión convocada por la Comisión Especial de
Diputados del Río Sonora integrada días antes en la Ciudad de México. Hay
alrededor de 20 funcionarios federales y estatales, en una sesión presidida por
el diputado priista Marco Antonio Bernal. Afuera del local hay mucha gente de
la región, que quiere entrar y ser escuchada, pero no lo logra. Un asistente
impide el paso. Al llegar, entro entre empujones siguiendo a la diputada
perredista Lorenia Valles.
El diputado Alfonso
Durazo señala a la compañía minera como un “depredador histórico” y hace varias
propuestas, entre ellas: el rechazo a la “ventanilla única” planteada por
Buenavista del Cobre, el retiro de la concesión hasta que la compañía cumpla
con los daños, recursos financieros emergentes para obras de agua potable y
relocalización de pozos, incluir al municipio de Cananea entre los afectados y
reabrir el hospital El Ronquillo. Una diputada pregunta qué ha hecho el
gobierno del estado. Le responde la presidenta de Huépac, quien responde que
fue inmediata y oportuna, en la entrega de agua y apoyos a productores de
leche. Propone contratar un despacho especializado que haga la evaluación de
los daños porque los municipios no tienen personal capacitado. El de Aconchi
pide que no lleguen los grupos políticos, ni los salvadores. Cree en el trabajo
de los académicos, como los de la Unison.
Lorenia Valles propone
un programa de apoyo específico a 5 mil productores y habilitar espacios de
salud. Dice que la población del río es “rehén” de la falta de respeto a la
ley.
Interviene un
representante de los Productores Agropecuarios y Prestadores de Servicios
Organizados del Río Sonora. “Esto es un ecocidio y nosotros somos las víctimas.
No tenemos la culpa por la falta de respeto a las normas de seguridad y el ambiente”.
En voz alta y el salón en silencio propone: el saneamiento ambiental del río,
con ayuda internacional, incluso de Greenpeace, indemnización de daños a todos
los afectados en materia económica, reactivación de la economía regional
mediante obras de infraestructura en salud como un hospital regional de
especialidades, infraestructura de riego tecnificado en 10 mil ha, reubicación
de pozos, construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, y un
reposicionamiento de la marca “Río Sonora”. Estima que una primera evaluación
del daño es de aproximadamente 1,000 millones de pesos, que es poco para una
empresa que tuvo ventas por 22 mil millones de dólares el año pasado.
Por último, interviene
una mujer comerciante de Ures que reclama a gritos que hay una empresa que debe
responder por los daños y una diputada que propone elaborar un censo de
estudiantes, para que en ningún nivel escolar, los estudiantes de la región se
queden sin beca.
Al terminar la reunión,
Alfonso Durazo sale a un balcón a informar y leer algunas de sus propuestas a
la gente que ha permanecido fuera del teatro. Lo escuchan mujeres, hombres y
jóvenes con caras molestas e incrédulas. Son las 14:30
horas y el sol está durísimo. Al terminar su texto, una persona desde abajo increpa
al diputado y levantando su brazo y apuntándole a la cara le grita: “¡Alfonso: Te
vas a ir y nos dejas con el problema!” Durazo trata de calmarlo pero no puede. Responde,
pero sigue el reclamo. Decide bajar rápido por la escalera lateral y retirarse
del lugar. Es el único que enfrenta a la gente. El resto de los asistentes y
diputados abandona el lugar por la puerta trasera.
La molestia, la desesperación
y el cansancio en la población afectada son evidentes. Espero que en los
próximos días la situación no se salga de control.
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